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quarta-feira, 7 de julho de 2021

Uma poesia de Julio Barrenechea

 



DIARIO MORIR

Julio Barrenechea

Yo no soy el que vive,

vive el mundo en mis ojos.

Los colores, el ruido

en el atento oído.

 

La suave piel del mármol

vive en el tacto fino.

Habitan en el húmedo paladar los sabores,

y en el olfato

el alma de las flores.

 

Yo no vivo, yo capto la vida solamente.

Soy el pobre recinto

donde la luz asila pasajera

su vida permanente.

 

Soy el deudo que sufre por las mortales cosas.

Asisto al funeral de cada mariposa,

y siento que pierdo algo al morir cada rosa.

 

Si pudiera irme solo si pudiera

irme sin todo lo que va conmigo

Viendo la juventud no envejeciera.

Me veo envejecer en mis amigos.

 

¡Oh, gris profundidad! ¡Oh, lejanía!

Bruma de los espejos empañados.

¡Cómo se van secando las pupilas!

¡Cómo se van los rostros alejando!

 

Ah, quién pudiera detener los rostros.

Que no sigan hundiéndose en el aire,

que no caigan al fondo de los ojos,

que sigan en la luz, que no naufraguen.

Si pudiera irme solo, si pudiera

irme sin todo lo que va conmigo.

 

Si fuera mi morir sólo una sombra

que se consume sola en lo encendido.

 

Si mientras yo me muero entre las cosas

todo fuera quedando intacto y vivo.

Si el venero secreto de mi llanto

en rejas de cristal fuera vertido,

ante un recinto de color y canto.

Si sólo yo penara en mi pasado,

no moriría tanto como muero,

porque no muero en mí sino en lo amado.

 

DIÁRIO DE MORRER

 

Eu não sou o que vive,

vive o mundo em meus olhos.

As cores, o ruído

no atento ouvido.

 

A suave pele de mármore

vive no tacto fino.

Habita no húmido paladar dos sabores,

e no olfato

a alma das flores.

Eu não vivo, eu capto a vida somente.

Sou o pobre recinto

onde a luz aloja passageira

sua vida permanente.

 

Sou o devedor que sofre pelas coisas mortais.

Assisto ao funeral de cada mariposa,

e sinto que perco algo ao morrer de cada rosa.

 

Se pudesse ir-me só se pudesse

ir-me sem tudo o que vai comigo

Vendo a juventude não envelheceria.

Me vejo envelhecer nos meus amigos.

 

Oh! Profundidade cinza! Oh! Distância!

Bruma dos espelhos embaçados.

Como se vão secando as pupilas!

Como se vão os rostos se afastando!

 

Ah! Quem poderia deter os rostos.

Que não sigam perdendo-se no ar,

que não caiam no fundo dos olhos,

que sigam na luz, que não naufraguem.

Se pudesse ir-me só, se pudesse

ir-me sem tudo o que vai comigo.

 

Se fosse o meu morrer só uma sombra

que se consome só se ilumina.

 

Se enquanto eu for morrendo entre as coisas

tudo fosse ficando intacto e vivo.

Se o manancial secreto de meu pranto

em  barras de cristal fosse vertido,

ante um recinto de cor e canto.

Se só eu pensasse em meu passado,

não morreria tanto como morro,

porque não morro em mim sim no amado.

Ilustração: Globo.com.

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